Buenas noches. Bienvenido/a a esta última pausa de la semana.
Estamos en el umbral, en el pórtico entre la semana que termina y la que está por nacer.
El domingo es el día de la Resurrección, un día para celebrar la vida.
Te invito a hacer de este momento una ofrenda de gratitud por lo vivido y una consagración de lo que vendrá.
Encuentra tu lugar de calma. Cierra los ojos y siente el aire llenando tus pulmones. Inhala la paz de este día... y al exhalar, suelta cualquier ansiedad o preocupación por el lunes que se acerca...
Entrégate a este instante, en la presencia del Dios de la Vida.
Hoy, nuestra gratitud tiene sabor a Resurrección.
Miremos nuestro domingo y toda la semana que culmina hoy, buscando las chispas de vida nueva.
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Agradece por el descanso de este fin de semana.
Por los encuentros, la Eucaristía compartida, una comida en familia, un paseo, el silencio.
Agradece por los momentos de este domingo que te recordaron que la vida es un don.
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Amplía tu mirada a toda la semana.
¿Qué "pequeñas resurrecciones" viviste?
Un problema que se solucionó, una reconciliación, una nueva idea, una fuerza que no sabías que tenías...
Haz un gran "Gracias" por toda la vida que Dios ha derramado en tus días.
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Pidamos ahora la luz de Cristo Resucitado para iluminar toda nuestra semana, la que termina y la que comienza.
Que su luz nos dé la sabiduría para comprender su paso por nuestros días y la valentía para acoger la nueva semana con esperanza.
Puedes rezar:
"Señor Resucitado, Tú que eres la Luz del mundo, ilumina mi corazón.
Ayúdame a ver con tus ojos mi vida, mi historia, mi futuro."
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3. Examinar el Día y la Semana: Tumbas y Resurrecciones
Con la luz de Cristo, miremos nuestro domingo.
¿Cómo he vivido este Día del Señor?
¿He permitido que la alegría de la Resurrección toque mi corazón?
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¿Dónde has sentido hoy la consolación, esos destellos de vida nueva?
Quizás en la comunidad, en la Palabra escuchada, en un gesto de amor, en la belleza de la creación...
Identifica tus momentos de "jardín de resurrección".
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Con la misma sinceridad, reconoce los momentos de desolación.
¿Apareció la "nostalgia del domingo"?
¿La inquietud ante el lunes?
¿Sentimientos de soledad o de vacío?
Reconoce esas "sombras del sepulcro" que a veces nos visitan, incluso en los días de fiesta.
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Ahora, mira cómo este día te deja.
¿Con qué espíritu te preparas para comenzar la semana?
¿Con un corazón agradecido y esperanzado, o con un ánimo pesado y resignado?
Sé consciente del punto de partida para tu lunes.
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En un diálogo final, preséntale a Jesús Resucitado toda tu semana.
Entrégale tus "tumbas": tus fallos, tus tristezas, tus miedos.
Pídele perdón por las veces que no viviste como hijo/a de la Luz.
Confía en que Él tiene el poder de transformar toda muerte en vida.
"Señor, toma mis oscuridades y transfórmalas con tu luz."
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Y celebra con Él tus "resurrecciones": tus alegrías, tus logros, tus gestos de amor. Agradécele por su presencia fiel que te sostuvo y te impulsó. "Gracias, Señor, por cada signo de tu victoria en mi vida."
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Finalmente, con las manos y el corazón abiertos, miremos la semana que nace. No sabemos qué nos traerá, pero sabemos Quién caminará con nosotros.
Piensa en los desafíos y oportunidades que te esperan. El trabajo, los estudios, las personas que encontrarás. Y en un acto de confianza, consagra toda la semana al Señor. Pídele la gracia que más necesites para vivirla según su voluntad.
"Señor, te ofrezco y te consagro esta nueva semana.
Que en todo pueda amarte y servirte.
Dame tu gracia para ser testigo de tu Resurrección.
Amén."
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Terminamos esta pausa semanal, cerrando un ciclo en gratitud y abriendo uno nuevo con esperanza.
Descansa esta noche en la certeza de que no caminas solo/a.
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Que la paz y la alegría de Cristo Resucitado te acompañen cada día de esta nueva semana.
Amén.